Introducción
La organización espacial se halla íntimamente relacionada
con el esquema corporal. Puede entenderse como la estructuración del mundo
externo, que primeramente se relaciona con el yo y luego con otras personas y
objetos tanto se hallen en situación estática como en movimiento. Se trata, por
consiguiente, del conocimiento del mundo externo tomando como referencia el
propio yo (esquema corporal).
Para Le Boulch (1972) es "El espacio es la diferenciación
del "yo" corporal respecto del mundo exterior".
Fernández (2003) lo describe como "Medio en el que se
sostienen nuestros desplazamientos, delimitado por sucesos (intervención
temporal) y por sujetos (intervención personal), en el que cada individuo
organiza una ordenación de sus percepciones en función a las vinculaciones que
mantiene con dicho medio, reportándole un continuo Feed-back".
Batlle (1994), aporta dos definiciones "La evolución de la
conciencia de la estructura y organización del espacio se construye sobre una
progresión que va desde una localización egocéntrica a una localización
objetiva", a su vez lo entiende como "El desarrollo de actividades para el
conocimiento espacial pretende potenciar en el niño la capacidad de
reconocimiento del espacio que ocupa su cuerpo y dentro del cual es capaz de
orientarse".
Relaciones de Orientación: Derecha-izquierda,
Arriba-abajo, Delante-detrás.
Al niño nada más nacer, se le observan movimientos
inconscientes y reflejos. Esto no implica que éste se oriente y tenga conciencia
de su propio cuerpo en el espacio.
Cuando el niño tiene conciencia de su propio cuerpo e
imagen, según Linares (1989), coordina movimientos organizando su propio
espacio, teniendo en cuenta posibles adaptaciones espaciales (obstáculos que
obligan al niño reorganizarse constantemente). Por ello, no se puede comprender
la adquisición de un espacio coordinado sin referirnos a la evolución de la
percepción del propio cuerpo.
Según las posibilidades y necesidades espaciales, el niño
se organizará su propio espacio personal y social.
Espacio personal: El que ocupa nuestro propio cuerpo; y los
espacios internos de éste.
Espacio social: Es el espacio que compartimos con otros.
También denominado, por algunos autores (Stokoe y Harf, 1984), como espacio
relacional por ser el habitáculo de las intercomunicaciones.
Según Bara (1975), el niño entiende el espacio en
referencia a su propio cuerpo, de tal forma que cuando ubica su cuerpo en una
superficie donde hay más personas u objetos, el niño desde su perspectiva de
punto central, va organizando el espacio personal y el social y lo va haciendo
en la medida que va conociendo sus posibilidades corporales.
Las diferentes experiencias personales supondrán la mejora
y afianzamiento de las nociones espaciales, palabras que designan el espacio,
refuerzan todos los pasos (Alomar, 1994). Ejemplos de estas situaciones pueden
ser: saltar atrás o delante de una silla. Esto traerá consigo que el niño vaya
cada vez teniendo más preciso el concepto del espacio que le rodea, por las
diferentes experiencias, estas apreciaciones se hacen más finas; las distancias,
los intervalos, las direcciones, el concepto derecha-izquierda, las relaciones
en el espacio, se hacen cada vez más seguras en las situaciones de los niños en
sus movimientos, Gutiérrez (1989).
En este sentido, Piaget (1981) hace referencia a dichas
Relaciones encuadrándolas como un "espacio topológico", formando parte del
periodo sensoriomotriz del niño, en el que la coordinación de movimientos es
esencial para la construcción del espacio. Las Palabras de Piaget, en
apreciaciones de Linares (1989) revelan que la elaboración del espacio se debe
esencialmente a la coordinación de los movimientos [...], relación entre
desarrollo e inteligencia sensoriomotriz. A este periodo sensoriomotriz se le
denomina "espacio topológico" [...], más tarde servirá de apoyo de la
organización de sus relaciones espaciales con las personas y los objetos.
La lateralidad (dominio de un lado sobre otro) en el niño,
viene dada por factores endógenos (interior); ya que la elección de un lado u
otro normalmente es debido a que uno de sus hemisferios cerebrales madura antes
que otro, limitando el lado que no ha madurado. Por otra parte, existen también
otro factor, el ambiental (exógeno), que puede influir en el predominio de uno
de sus lados sobre el otro (véase niños que por ser privados de su libertad en
uno de sus miembros en la etapa lactante, no desarrolla correctamente el miembro
cohibido). La lateralidad se atribuye a factores exógenos, bien a factores
endógenos. V.V.A.A. (1992)
Dichos factores decidirán su gusto por la práctica de uno
de sus laterales; extremidades (inferiores y superiores), e incluso sus ojos.
Tal decantación por su parte preferida, estará completamente definida a la edad
comprendida de los 8 a los 9 años. Spionek (op. cit. en Cratty,1990) en su
estudio sobre la orientación izquierda-derecha desde el punto de vista del
desarrollo, es en la etapa cuarta cuando el niño llega a saber cuales son sus
partes con precisión a la edad de los 8 a 9 años.
Sánchez (1986) sostiene que si no mostrase su lateralidad
en la fase inicial del desarrollo, es posible que se acarreen serios problemas y
dificultades en lo que se refiere al aprendizaje en el transcurso de su vida
tanto académica como social. La problemática de las preferencias laterales en la
fase inicial del niño puede da lugar al desarrollo de una serie de dificultades
de rendimiento académico.
Para afianzar su derecha-izquierda, Gutiérrez(1989), tiene
decisiva importancia el juego (habilidades y destrezas motoras). Para afirmar la
lateralidad, el juego es sumamente importante, tanto en juegos específicos de
lateralidad, como golpeos y manipulaciones de pelotas o de diferentes objetos,
como en los juegos de coordinación dinámica general y óculo-manual.
Las relaciones de localización espacial
Las relaciones de localización espacial
Localización Espacial: Allí, Aquí, Allá, Acá,
Ahí, Entre, Centro (en el), Cerca-lejos, Próximo-lejano.
Alomar (1994) concluyó que una mala orientación en el
espacio supondrá la difícil localización del propio cuerpo, y por tanto, se
apreciará una irregular organización. La orientación espacial es la aptitud para
mantener constante la localización del propio cuerpo tanto en función de la
posición de los objetos en el espacio como para posicionar esos objetos en
función de la propia posición. Esto podemos comprobarlo al realizar una rondada.
Según Defontaine (1978), el espacio en el niño se puede
considerar una evolución paralela con la imagen del cuerpo. Para conocer en
mayor medida el espacio exterior, el niño debe reconocer en primer lugar su
propio espacio (el que ocupa). Así pues, distinguiremos entre espacio próximo y
lejano. En el primer concepto se advierte de la zona por la que el niño se
mueve, y en el segundo ese espacio se limitará al medio y lugar hasta donde
alcanza su vista.
Alomar (1994), para reforzar los parámetros de
espacialidad, el niño debe reconocer su propio espacio, que es el que envuelve
su cuerpo en cualquier acción que realice, el espacio próximo, propio del área o
zona por la que el niño se mueve y el espacio lejano que es el entorno o paisaje
en que se encuentra y alcanza su vista.
En la misma dinámica sobre el espacio exterior o espacio
externo, Lapierre (1974) diferencia entre la distancia y dirección respecto al
yo, puesto que, el espacio externo se percibe como una distancia del yo (el
gesto ha de ser más o menos largo) y la dirección (el gesto ha de ser hacia la
derecha, izquierda, arriba, abajo, etc.).
Mencionada dirección es aprobada según Linares (1989) en el
niño entre los 3 y 7 años, edad en la que éste es consciente ya de las nociones
de orientación; derecha-izquierda, arriba-abajo, delante-detrás. Entre los 3 y 7
años, el niño accede a las nociones de orientación (derecha-izquierda,
arriba-abajo, delante-detrás).
A modo de conclusión se sugieren a tal percepción de la
dirección en relación al espacio externo, conceptos tales como los siguientes,
en cuanto al tema de la localización espacial:
-
Allí: en aquel lugar, a aquel lugar. Establece el lugar en lejanía de forma precisa.
-
Aquí: en este lugar, a este lugar. Se refiere al lugar exacto.
-
Allá: indica lugar menos determinado que el que denota allí. Advierte, en lejanía, estar junto a.
-
Acá: lugar cercano, aunque no denota precisión como el del adverbio aquí. Determina la proximidad o cercanía a un objeto o persona de forma imprecisa.
-
Ahí: en ese lugar, a ese lugar. Fija lugar exacto.
-
Entre: denota la situación o estado en medio de dos o más cosas.
-
Centro (en el): lugar de donde parten o a donde convergen acciones particulares.
-
Cerca: próxima o inmediatamente a un lugar o a un móvil.
-
Lejos: a gran distancia, en lugar distante o remoto en referencia a algo o alguien.
-
Próximo: cercano, que dista poco en el espacio o en el tiempo respecto a un móvil o lugar establecido.
-
Lejano: que está lejos en el espacio o en el tiempo en alusión a otro móvil o lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario